El primer mes

Doblar un papel
Doblar mis palabras
Sentir cómo marchan
Por toda mi piel

Doblar mi niñez
Juntar las esquinas
Tu vida y la mía
Por última vez

Y hoy te escribo por última vez
Te quise y siempre te querré
Adiós mi barco de papel

Doblar el final
Doblar tu silencio
El último aliento
Dejarte marchar


Hace un mes te fuiste mami, y nos cambió la vida. Nos cambió la vida porque ya no sufres, ya no tienes dolor y ya no sufrimos contigo al saberte mal sin poder hacer mucho por aliviarte. Y te extraño, sí, te extraño mucho, pero me da fuerza el saberte libre de un cuerpo que ya no era tuyo, de un cuerpo que ya no te permitía ser la mujer imparable y guerrera que te esforzaste por ser hasta el último día, libre para volver a ir a donde tú quieras sin miedo a no poder moverte, a caer, a estar sola. ¿Duele tu ausencia? No, no me duele que ya no estés. Para mí el verdadero dolor era no poder hacer que disfrutaras las cosas que tanto amabas, no haber tenido el poder para devolverte la capacidad de disfrutar la comida, el saber que hasta las cosas más simples te representaban un esfuerzo enorme. Eso sí dolía y lastimaba mi alma. Tu presencia física me hace falta, claro, pero el amor que nos tenemos es suficiente para no sentirme sola, para sentir que sigues conmigo, con nosotros, aunque no te veamos. Sé que siempre me harás falta preguntándome cómo estoy, si ya comí, a qué hora voy a llegar y por qué tan tarde. Pero ¿sabes algo? Estás en cada cosa que me enseñaste, ahora pienso en ti cuando cocino arroz y me queda perfecto, porque el arroz más perfecto es el que hacías tú; estás en cada una de las canciones que cantábamos juntas mientras trabajábamos esos últimos años que pasamos cerca, estás en los conciertos a los que fuimos juntas, en los lugares que conocimos y en los viajes que hicimos, como ese en que cumplí tu sueño de conocer Chiapas, en ese abrazo que nos dimos al pie de Velo de Novia mientras el agua de la cascada nos empapaba y llorábamos maravilladas por tanta belleza... Estás en todos esos recuerdos bonitos mami, estás en los sueños donde ahora te veo tranquila y sin dolor, y estás en la mujer que me enseñaste a ser. Y estoy en paz porque pudimos despedirnos de ti, acompañarte hasta el último de tus suspiros y no dejé pendiente nada contigo, no hubo abrazos sin entregar ni palabras sin decir. Ahora voy a seguir siendo feliz porque eso es lo que tú querías, voy a disfrutar cada día y seguiré cuidando a las personas que amo, porque también eso me enseñaste y sé que estarás orgullosa de mí donde sea que estés, y el día en que nos reencontremos me recibirás con abrazos y besos satisfecha por haber cumplido muy bien tu misión de mamá. 

Hasta siempre, mami, te ama eternamente tu nena 🤍




Comentarios

Entradas populares