Historia Celular 📱
Tenía 16 años. Mi primer teléfono celular fue un Nokia de esos que, si llegaban a caer, rompían el piso antes que sufrir algún desperfecto. Luego tuve un Motorola Startac que no tenía pantalla de cristal líquido sino una pantalla de leds verdes con solo una línea de texto para poder ver el nombre/número que marcabas o el que te marcaban porque ¡oh! ¡el identificador de llamadas era una cosa modernísima! Al menos lo era para mi yo adolescente de 17 años que se sentía toda una diva llevando a la prepa su teléfono pequeño, moderno y que se abría y cerraba con mucho estilo. Fue ese mismo teléfono el que usé para llamar a mis papás la noche de un 23 de marzo que, por primera y única vez, entré en pánico al salir del concierto de los Backstreet Boys con mi mejor amiga y encontrar el metro cerrado, así que sin tener idea de cómo salir de ahí por otros medios y sin muchos recursos económicos, tuve que solicitar auxilio y esperar a que mis papás salieran de Coacalco cerca de la media noche y pasaran por nosotros a las afueras de metro Puebla. No sé qué hubiera hecho si no hubiera tenido ya teléfono celular entonces y no hubiera podido pedir ayuda.
Después del idilio que viví con mi Nokia 3200 creía que nada podría hacerme querer cambiarlo pero estaba muy equivocada. Un buen día, ni siquiera sé bien cómo, conocí el Nokia Xpress Music. UN. NOKIA. PARA. ESCUCHAR. MÚSICA. Evidente y nuevamente hice todo cuanto fue necesario para conseguirlo, y no me conformé con el 5530 que conocí inicialmente, no... Fui por el 5800 que era básicamente lo mismo pero con la pantalla un poco más grande Y COMPLETAMENTE TACTIL. Eso era la modernidad, ERA EL FUTURO EN MIS MANOS. Y también fui muy feliz con él durante varios años, con ese Nokia conocí y empecé a usar Whatsapp en 2011 y a navegar en internet desde cualquier lugar en el que estuviera, pero tarde o temprano la obsolencia nos alcanzó y dejé de poder usar varias funcionalidades, además de que eventualmente el uso y el desgaste hicieron lo suyo, por lo que tuve que cambiarlo.
De ahí para adelante no recuerdo mucho acerca de los teléfonos que tuve. Entre un Motorola que me compré de contado con lo que había ganado de las ventas de un solo concierto de La Barranca en 2013, (que también usé hasta que murió y al que Midgard le arañó la pantalla a unos días de haberlo comprado); un Samsung que me prestó mi novio de entonces (marido de ahora) y que me robaron un primero de enero, y probablemente alguno que otro más que en su momento solo cumplió la función de tenerme comunicada sin darme lo que todos los demás me dieron...
Algo que sí tengo muy claro es no haber pasado, desde mi primer Nokia y hasta hace unos días, más de un par de días sin teléfono celular, sin embargo la semana pasada mi ZTE, que había aguantado viajes, conciertos, aventuras y muy duras batallas, sucumbió y decidió ya no ser capaz de recibir carga. Así es que estoy aprovechando estos días para desintoxicarme de mi adicción al celular, a las notificaciones y descubriendo que soy incluso más productiva y más libre sin tener un teléfono 27/7 en mis manos.
Siendo así, cualquier cosa mándenme una carta o algo porque ya ni correo electrónico reviso con asiduidad.
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