La mamá más mala del mundo
No, esto no es otra reflexión de Mariano Osorio, ni un texto de superación personal. Es sólo que hace un rato, andando por ahí, me encontré con este artículo: The mother who says having these two children is the biggest regret of her life.
Por mera curiosidad lo leí. Si me quedara en la perspectiva de la mayoría de las mujeres, y sobre todo de aquéllas que son madres, no saldría del asombro y del "¡pero qué clase de madre es esa!", además del ¡qué mujer tan fría! Incluso llegaría a pensar que algo no anda bien en su cerebro. Pero no. Estoy segura de que, si yo decidiera tener un hijo, me pasaría lo mismo que a ella. Por eso no lo haré.
Es muy simple: No quiero hacerme responsable de otro ser humano, por eso no voy a traerlo.
Y ya he escuchado hasta el cansancio los "eso dices ahorita, pero cambiarías de idea ya que lo tuvieras en tus brazos, por las hormonas y el instinto y el bla, bla, bla". Mi argumento para eso es que un hijo no es una cosa que compras y devuelves si no te convenció, o un perrito o gatito que adoptas, esperando que te acostumbres y acabes queriéndolo. NO. Un hijo se debe tener si y sólo si estás plena y absolutamente convencid@ de que eso es lo que quieres, porque estás en el momento de tu vida en que ya hiciste al menos el 80% de las cosas que quieres realizar en tu vida, en todos los aspectos. Los hijos no se tienen para "realizarse". Los hijos se tienen cuando YA te sientes realizado, y estás consciente que a partir del momento en que ese otro ser humano empiece a existir va a depender completa y absolutamente de ti por los próximos ¿veinte años? Y que el tiempo, el esfuerzo, el dinero, el cansancio y todo lo que inviertas en esa personita NO van a ser retribuidos. Sí, ya sé: ¿y la felicidad de oírle diciéndote mamá/papá?, ¿la emoción de verlo dar sus primeros pasos? Seamos honestos: eso es algo que deciden tomar como retribución, es necesario sentir que algo se está obteniendo por tanto esfuerzo, todos necesitamos sentirnos compensados. Pero están todas esas otras áreas de tu vida en las que justo eso, tu vida, ya no es tuya. Se la entregas a alguien más. Por eso es que debe ser una decisión absolutamente consciente y estudiada.
Del otro lado está el tiempo que se le da a los hijos. Sé que actualmente la situación que vivimos obliga a que, en la mayoría de los casos, ambos papás -en el caso de que estén presentes ambos- deban trabajar para subsistir. Y pasa entonces que ese bebé que es tu mayor ilusión y la realización de ti como ser humano es criado por sus abuelos o tíos en el mejor de los casos, o por personas extrañas en el peor, la mitad del tiempo. ¿Dónde está el gusto en eso?
Hablando de mí, fui criada por mi abuela materna y tías abuelas. Mis papás estaban ausentes la mayor parte del tiempo, y cuando estaban yo no los veía como esas figuras protectoras y amorosas que deben ser los padres: para mí eran personas que a veces estaban ahí, en mi lugar seguro. Y eso pasó porque mis papás se casaron jóvenes, y cuando nacimos primero yo, y después mi hermano, ellos todavía tenían ganas de hacer un montón de cosas además de cumplir con su labor de proveedores y progenitores. Evidentemente es válido y no es algo que le reproche a mis padres, ni vivo frustrada por cómo fueron las cosas (está bien, tal vez poquito) pero eso, entre otras cosas, me llevaron a decidir que si algún día yo tenía un hijo, era porque pensaba dedicarle varios años de mi vida en exclusividad (nada más cuidado con irse al extremo de sobreproteger).
Tengo varias amigas -algunas muy queridas- que son mamás recién estrenadas, otras que ya tienen dos y van por el tercero, y otras ya incluso con hijas adolescentes. Algunas están más satisfechas que otras, cosa obvia, pero siempre que convivo con una no puedo evitar pensar cuán distante estoy de ser como ella, y de sentirme como ella. No puedo. Es como si de repente alguien que era muy cercano a mí fuera separado por un algo, y enviada a una dimensión a la que no puedo, ni sé, ni quiero entrar. Y cada vez me voy quedando más sola de este lado, porque ya somos poquitas las que quedamos acá.
Pero es así que, en este momento de mi vida, a mis casi 30 años, he decidido que todavía me faltan un montón de cosas por hacer, de lugares por conocer y de errores qué cometer antes de querer ser responsable de alguien más. Ni hablar de que solamente lo haría si tuviera conmigo a LA persona, aquélla pareja de la que sintiera apoyo incondicional y respaldo absoluto correspondido. Y tal cosa, hasta el momento, no existe. Porque sí, yo querría una familia de papá-mamá-bebé, sin opción a algo diferente.
Pero al final esto también es asunto de cada persona, yo sólo les voy a pedir una cosa: no se pongan a parir sin pensar, porfitas. Ya somos demasiados como para que traigan hijos "por realizarse" y porque "es el ciclo de la vida". Ahí les encargo.
Comentarios