Voz de una Diosa en el Corazón de la Ciudad

Crónica del concierto de Tarja Turunen en el Teatro de la Ciudad
16 de marzo de 2012


Es extraño: rara vez dejo pasar tanto tiempo para escribir la crónica de un concierto tan especial e importante para mí, sin embargo el contexto de mi vida en estos momentos no me había puesto en el mood adecuado para escribirla, o bien, a veces tenía el ánimo para hacerlo pero no así el tiempo o las condiciones adecuadas. Así las cosas, han pasado poco más de dos meses desde que estuve otra vez frente a Tarja, a MI Tarja y esta madrugada la dedicaré a guardar aquí el relato de cómo sucedieron las cosas. 

La espera desde que supe del concierto fue muy diferente a la del año anterior por varios motivos, entre ellos mi situación personal y el hecho de que estaba un poco desconectada del fanteam por el trabajo. Por supuesto que grité –literalmente– de emoción cuando leí el anuncio aproximadamente cuatro meses antes de la fecha del show, y luego, cuando un par de meses después de eso supe que el concierto sería en el Teatro de la Ciudad, volví a emocionarme aún más. Esta vez, no obstante, no hubo demasiados planes y preparación para el evento aunque sí intentamos conseguir con los organizadores y la gente de Tarja un Meet&Greet o lo que fuera, algo… sin embargo fue inútil y no quedó más que resignarse a lo que pudiéramos lograr por nuestros propios medios. Claro que yo estaba absolutamente dispuesta a dedicar un par de días antes y después del concierto al stalkeo fanático nivel 10 con tal de ver, hablar y abrazar a Tarjita aunque fuera dos minutos. 

Los boletos salieron a la venta una noche de viernes, dos días antes de lo que los organizadores nos habían anunciado, así que mis boletos no pudieron ser comprados hasta la mañana siguiente porque esa noche estaba en una cena y habíamos decidido que nos olvidaríamos del celular, ergo me enteré muy tarde y consecuencia de ello me quedé sin boletos en primera fila y me frustré poquito pero al final me resigné y conformé con los lugares que me tocaron en la fila número 3. Una vez que tenía los boletos seguros el tiempo se fue muy rápido y sin que me diera cuenta ya solamente faltaba una semana para el concierto. 

El primer paso del plan de acoso consistía en armar todos los posibles itinerarios de vuelo para ir descartando posibilidades hasta averiguar el día y la hora en que Tarja llegaría a México y de esa manera recibirla en el aeropuerto. En este punto Annie fue mi principal cómplice. Poco a poco fuimos eliminando vuelos, rutas y horarios hasta que, un día antes, tuvimos la certeza absoluta de que llegaría de Madrid en el vuelo 6401 de Iberia, a las 5:55 de la mañana del jueves 15 de marzo. Yo decidí llegar al aeropuerto desde la noche anterior ante mi imposibilidad de trasladarme hacia allá durante la madrugada. Un amigo buen samaritano se ofreció a hacerme compañía durante las horas de espera que sorpresivamente pasaron rapidísimo. Cuando dieron las cinco treinta de la mañana decidí que era momento adecuado para apostarme en la puerta de la sala E y al llegar ahí me encontré con Annie que acababa de llegar. La parte desesperante de la espera comenzó. 



El avión aterrizó poco antes de la hora programada y cuando en la pantalla del aeropuerto apareció la palabra ARRIBO mi corazón empezó a latir como loco. Diez o quince minutos después la puerta se abrió y los pasajeros empezaron a salir hacia el exterior de la sala de llegadas que, por cierto, estaba atestada. Mi sangre estaba saturada de adrenalina y me paraba de puntitas, caminaba, iba de un lado a otro intentando vislumbrar a Tarja, a Marcelo, a alguno de los chicos de la banda o del staff para saber que sí, que en efecto ya estaban en México. Minutos eternos pasaron sin ver señales de ellos, aunque seguras estábamos de que llegaban en ese vuelo y la prueba fehaciente era que la gente del staff de los organizadores del concierto ya estaban ahí, también esperándolos como nosotros. Poco a poco la sala fue vaciándose conforme transcurrió media hora, cuarenta minutos, cincuenta… Eran casi las siete de la mañana y de pronto, cuando ya solamente estábamos en la sala nosotras las fans locas y la gente de Dilemma, vimos materializarse tras la puerta de cristal lo que parecía equipo, estuches de instrumentos y después… Tarja… sí, era ella, y poco a poco a toda la banda. Yo no podía dejar de dar saltitos como niña y ¡tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no gritar de emoción! ¡Ella estaba ahí, a escasos cinco metros de mí, al otro lado de una estúpida puerta de cristal que me impedía correr a ella, abrazarla, mirar sus ojos y decirle otra vez cuánto la amo! Me contuve, al menos hasta que estaba del mismo lado de la sala que yo y entonces sí, nos acercamos… Estaba sorprendida de vernos ahí pero se portó muy dulce y amable a pesar de lo exhausta que estaba después de tantos aviones y horas de vuelo. Nos habló en español un tanto e inglés otro poco. Yo, obviamente, le di el “Welcome to Mexico!” y la abracé por primera vez en mi vida… sí, porque aunque ya había estado cerquita y había podido hablar con ella nunca la había abrazado, en parte por no incomodarla pero sobre todo porque mis neuronas se pasman cuando estoy con ella y lo que hago o digo no corresponde a actos totalmente razonados, ja. El punto es que en esta ocasión sí la abracé, al momento de hablar con ella estuve mucho más tranquila que en las ocasiones anteriores y pude comportarme con más ecuanimidad, conversamos unos minutos mientras el staff y los músicos reunían el equipaje y lo alistaban para transportarlo a las camionetas. Listo eso nos despedimos, volví a abrazarla y le dije que la vería al día siguiente en el concierto, sonrió y yo casi sentía que flotaba. Evitamos las fotografías para no causar más incomodidades y contratiempos, así que el recuerdo de esa mañana se queda sólo en mi memoria. Si puedo ser presuntuosa, he de decir que me encanta el hecho de haber sido una de las dos primeras seguidoras mexicanas que Tarja vio a su llegada al país. Tardé un par de horas en asimilar lo que sucedió en los pocos minutos que estuve con ella, y para cuando regresé a casa no me sentía cansada a pesar de no haber dormido. No recuerdo en qué se me fue el resto del día. 

La noche del 15 al 16 de marzo tampoco pude dormir, había demasiada adrenalina en mi cuerpo y estaba impaciente por ya estar en el concierto. Me dediqué a preparar una bandera de México a la que le dibujé el logotipo de Winter Storm Mexico, alisté mi ropa, arreglé mis uñas y en general dejé listos absolutamente todos los detalles. Si acaso me habré quedado dormida un par de horas por la mañana, pero cualquier rastro de sueño se fue luego de tomar un baño, arreglarme y salir rumbo al Teatro de la Ciudad a eso de las 10 de la mañana para llegar antes de que Tarja entrara al soundcheck y tener la posibilidad de verla de cerquita otra vez. 

Llegué a la calle de Donceles poco después de las 12 del día y caminé hacia la entrada posterior del Teatro, me encontré y saludé a Eri, Diana, Annie, Roger y una amiga de él que ya estaban ahí. Aún no había llegado Tarja, y según mis cálculos estaría entrando a hacer soundcheck a eso de las 3 o 4 de la tarde. Esperar. Como siempre sucede en esas ocasiones, me era imposible probar bocado. Sin embargo, tenía mucha sed así que decidí comprarme una de esas bebidas rehidratantes para evitar de paso descompensarme y sentirme mal durante el concierto. Mala idea. A mi estómago no le gustó la bebida y me amenazó con un feo ataque de gastritis y, por mi buena estrella, olvidé cargar ese día con mi arsenal de medicamentos por lo que tuve que aplicar una medida desesperada pero que me ha resultado efectiva: beberme algo así como un litro de agua, al hilo, para calmar la fiesta en mi estómago. Funcionó y la amenaza desapareció. Mientras esto ocurría vimos llegar las camionetas: en una viajaba la banda de músicos y en la otra llegaron Tarja y Marcelo, a quienes únicamente pudimos saludar a través de la ventanilla. No nos importó, fuimos felices.




Decidimos quedarnos ahí hasta escuchar el soundckeck, que inició a eso de las cinco de la tarde. Nos emocionamos y gritamos poquito al ir escuchando el ensayo y poco faltaba para que nos metiéramos de plano al edificio, por fortuna el policía que cuidaba la entrada nos tuvo mucha paciencia. La noche empezó a caer en la ciudad y de a poco la calle fue llenándose de fans de tal suerte que, donde al medio día éramos siete personas, al dar las siete se contaban en un ciento aproximadamente. A esa hora decidimos movernos hacia la entrada principal pero al verla atestada preferimos descansar un poco en los escalones del edificio de la Asamblea Legislativa del DF. Aprovechamos para tomar fotos y no dejamos de asombrarnos por la cantidad de revendedores que había, de la cantidad de gente buscando boleto y sobre todo de lo exorbitante de los precios que los revendedores pusieron a los boletos. 



Aunque no me gustó la forma en que estaba sucediendo eso, sí me sentí orgullosa por Tarja, no puedo explicar esa sensación pero el hecho de ver cuánta gente la sigue y la quiere me hace sentir así. Eran cerca de las ocho y media cuando Ray, que me acompañó al concierto, llegó, así que fue momento de entrar. ¡Qué emoción sentí cuando entregué mi boleto y fue escaneado! El hall estaba repleto de gente y nosotros procedimos a entrar a la sala, buscamos nuestros lugares y nos sentamos: aún faltaban veinte minutos. Vi llegar a más y más conocidos así que mejor me levanté del asiento y fui a saludar a todos, estábamos en el espacio entre la primera fila y el escenario, todos, abrazándonos y con la misma cara de felicidad y anticipación por lo que sabíamos –o sospechábamos tal vez– que nos esperaba. 




Salí al hall a comprar un poster y cuando regresamos a la sala tomamos de nuevo nuestros lugares porque faltaba ya muy poco para que iniciara el concierto. Se me ocurrió mirar hacia atrás, hacia arriba, hacia todos lados… me encantó la vista de un Teatro absolutamente lleno. Y en eso estaba cuando las luces se apagaron… 

Podía ver sombras moverse detrás de la enorme manta con el arte del disco que cubría el escenario en su totalidad. Las notas de If You Believe flotaban como preludio antes de dejar a la locura apoderarse de los que ahí estábamos. El estruendo de gritos acompañaba cada movimiento que se percibía a través de la tenue luz que se translucía hasta que, cuando estaban Mike, Christian, Kevin, Alex y Max en su lugar, el intro de Anteroom of Death comenzó a sonar y entonces sí, para mí, todo estalló. Fue absolutamente increíble ver la silueta de Tarja tras la manta usando la máscara que usó en el arte del disco y, sobre todo, con esa canción que tantas ganas tenía de escuchar en vivo desde los conciertos del año anterior. No pude permanecer mucho tiempo sentada a pesar de que fueron las indicaciones del lugar y, prácticamente al inicio de la canción ya estaba de pie, gritando y cantando y convenciéndome de que era real el hecho de estar ya ahí. Y cuando la manta cayó… ¡locura total! ¡Se veía tan hermosa! No sé qué sentía más, si euforia, felicidad total, ganas de gritar, ganas de llorar o todo junto. Y sí, podría ponerme a describir aquí lo que sentí canción por canción pero esta vez no lo quiero así, esta vez me quedo todas esas sensaciones para mí solita, sólo diré que hubo momentos en los que me olvidé por completo del “glamour” y dejé que la energía fluyera por todo mi cuerpo, me permití gritar como histérica, bailar, brincar a pesar de mi talón lastimado y hacer headbanging sin detenerme a pensar en que al terminar el concierto mi cabello sería una melena de león. Y claro que lancé la bandera que llevé. La pasé unas filas adelante, a Annie y ella la hizo llegar al escenario. Tarja la levantó y la mostró al público que naturalmente gritó estruendosamente complacido; la agitó durante toda una canción y en cambio luego la dejó al fondo del escenario junto con una bandera de Argentina que alguien más lanzó.



Tomé pocas fotos, en parte porque no quería perderme ni un momento del concierto y en parte porque prácticamente me olvidé que llevaba cámara a causa de tantas emociones. También lloré. Me desbaraté todita con Síng For Me y luego, seguidita, I Feel Immortal. Y es que cada uno le da un significado especial a cada canción, y para mí esas son intensas por el contexto en que me apropié de ellas. Cuando apenas recobraba un poco de serenidad escuchar Bless The Child me volvió a tumbar, pero ésta de una manera diferente, tanto que cuando llegó el fin del concierto yo no lo quería creer, no lo podía creer… ¡necesitaba más! Fue como si no hubiera tenido suficiente, como si alguien me la hubiera quitado antes de tiempo… y eso es algo que no me había pasado en ninguno de sus anteriores conciertos. Pero tuve que resignarme a verla despedirse, irse feliz, plena, satisfecha y complacida después de la lluvia de rosas, de las decenas de ramos que la gente le entregaba, de los regalos, del amor que la mayoría de los presentes le tenemos y que casi podía tocarse en el aire… 

Las luces se encendieron y yo estaba como en trance, necesitaba aferrarme a alguien para entender que había pasado, que se había terminado y había que volver a la realidad. Entonces me abracé a Pepe y percibí en su abrazó la misma energía: NECESITÁBAMOS más. Así llegaron más abrazos, fotos, sonrisas y lágrimas en los ojos de todos los que nos conocíamos y estábamos en esa área del teatro. Pero todos los veintes se acaban y después de un rato nos sacaron del teatro, nos despedimos los unos de los otros, pero unos pocos decidimos ir a despedirnos de ella al aeropuerto ya que, por fortuna, supimos que volaban esa misma noche hacia Costa Rica. 

Así pues, dejamos el Teatro de la Ciudad y salimos de las calles prácticamente desiertas del centro de la ciudad. Hicimos una escala técnica y estratégica en casa de Abraham, que está muy cerca del aeropuerto, para revisar horarios y salidas de vuelos, descansar un poco y retomar fuerzas. Cuando tuvimos la certeza de qué sala y a qué hora saldría su avión sólo nos dedicamos a esperar la hora pertinente de salir rumbo al aeropuerto. Algunos durmieron, yo no pude. Llevaba prácticamente tres noches sin dormir y no me sentía ni un poquito cansada, más bien estaba ansiosa por estar ya en la sala F3 de la Terminal 1 porque presentía que, si tardábamos más en llegar, no la veríamos. De alguna manera conseguimos un par de taxis y llegamos al lugar, encontramos a Annie y ella nos dijo que Tarja estaba ya en la fila para documentar equipaje. Corrimos. Al llegar vimos que, en efecto, estaban ya todos formados y podíamos notar el cansancio en sus caras. Ver a Tarja así, tan frágil y seria me hizo dudar acercarme: no quería causarle un disgusto, incomodarla, no quería que lo último que se llevara de México fuera la sensación de ser acosada por más fans. Retrocedí dispuesta a quedarme con las ganas de despedirme de ella, sin embargo Pepe sí se aventuró y cuando yo me di cuenta ya estaba hablando con Tarja, que lo recibió con una sonrisa y se acercó hacia donde estaban, a un lado de la fila. Así las cosas, me atreví a acercarme también y fue lo mejor que pude haber hecho, porque se portó tan linda y amable como siempre, habló con nosotros, nos dejó abrazarla todo lo que quisimos, firmó nuestras cosas y tomamos muchas fotos. Y fue así que ahora sí, por fin, tengo una foto hermosa con Tarja, para la que además me tomé todo el tiempo del mundo para abrazarla. 



Cuando estuvimos satisfechos nos despedimos de ella, les deseamos buen viaje a todos y agradecimos el maravilloso concierto. ¿Y qué hicimos? ¡Darnos un respiro! Y en lo particular, yo grité de felicidad por la hazaña, no sin dejar de sentir esa melancolía que da cuando algo largamente esperado termina. Fue entonces cuando empezó a dejarse sentir el cansancio. Compré un café y lo disfruté mientras todos descansamos un poco en el piso, ya más bien con ganas de quedarnos a dormir ahí el resto de la madrugada. 



Después de un rato decidimos que era hora de regresar y tras caminar y caminar, luego regresar y por fin llegar a recoger nuestras cosas a casa de Abraham emprendimos el regreso a nuestros respectivos hogares, y he de decir que yo ni siquiera recuerdo la mayor parte del trayecto porque el sueño que no se había dignado aparecer durante varias noches me cayó encima de pronto. Cuando volví a tener consciencia de mí ya era de noche otra vez y casi parecía que todo había sido un sueño pero, por fortuna, quedaron pruebas tangibles de que ese sueño en realidad sucedió.


 











Setlist:

Intro (If You Belife)
Anteroom of Death
My Little Phoenix
Dark Star
Naiad
Falling Awake
I Walk Alone
Drum Solo
Little Lies
Into The Sun
Still of the Night (Whitesnake cover)

[Set Acústico]
Rivers of Lust / Minor Heaven / Montañas de Silencio
Sing for Me
I Feel Immortal

In for a Kill

[Encore]
Bless the Child (Nightwish cover)
Die Alive
Until My Last Breath 

Comentarios

Entradas populares