De esas cosas que pasan cuando pasan.
Tres horas frente a esta "hoja" en blanco, sin escribir algo. En éstas pocas horas se han sucedido los altibajos de ánimo tal y como han venido acomodándose en las últimas semanas. A ratos estoy bieeeeen arriba, y lueguito hasta el hoyo. Y no, no creo que sean las hormonas porque entonces ya es algo crónico esto. Tiene más bien que ver con las neuronas y con la serie de eventos y personas que deciden írseme plantando por delante.
Así, sin más y para no ir demasiado lejos, las escenas de mi día incluyen, por ejemplo, una comida con amiguis en uno desos restaurantes de hamburguesas en el centro de la ciudad, donde entré completa y salí sin mis pertenencias porque a alguien se le antojó que mi bolsa de mano con todo y su contenido le iban mejor a él/ella que a mí. No perdí mucho dinero pero sí algunos otros objetos, quizá no de valor económico o insustituibles pero que sí me eran útiles en mi día a día. Hubo que cancelar tarjetas bancarias y habré de enfrentarme al drama del trámite de la credencial para votar, pero como sea ya pensaba cambiarla así que sólo tendré que hacerlo antes de lo planeado. Cambio de escena. Llegué a casa y prácticamente apenas entrando recibí una llamada de Ray diciéndome que estaba afuera y que sería buena idea ir a dar una vuelta. Salí, subimos al coche y, como siempre, puso musiquita. También como siempre me gusta la música que elige. Las calles de por aquí terminaron llevándonos a un café-bar muy agradable donde además había música en vivo, de esa que ambos sabemos disfrutar aunque haya muchos a quienes no les guste por convencional. Nosotros escuchamos, cantamos, bebimos café/té/limonada/naranjada, platicamos mucho y muy rico. Cambio de escena. Recorríamos una avenida casi vacía, cantábamos una gran canción a un volumen suficientemente intenso. Sentía que realmente había terminado el hechizo del Día Negro puesto que eran ya más de las 12 am. Error. Me avisó mi madre de malas noticias en casa, me apuró a llegar, y en efecto, llegamos. Y ahora mismo aún espero que los presagios malos no se tornen reales porque entonces sí empezaré a creer que esto es algo así como el fin del mundo, o al menos, de mi mundo.
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