Nada permanece, sólo va la rueda girando...
Nada en mí es lo que era. No soy, ni por asomo, lo que estaba en mis planes de hace diez, cinco o dos años. Hoy me siento más fuerte, pero también más vulnerable porque conozco a la perfección mis puntos débiles. Quiero cosas diferentes, necesito cosas diferentes. Pareciera como si de repente mi universo completo hubiera sufrido el caos y, tras restablecer el orden y su equilibrio, hubiera tomado dimensiones diferentes, una nueva forma.
El cambio aún no termina, la trasmutación sigue en proceso pero ya voy viendo con claridad la forma que todo va tomando. Estoy a pocos días de cumplir 27 años y por primera vez en mi vida me asumo como una mujer en toda la extensión de la palabra, en plenitud. Y sí, es una sensación maravillosa.
Hoy mi aislamiento virtual ha terminado. Dejé de escribir aquí y en otros sitios porque simplemente no tenía algo para decir que mereciera la pena ser leído, no tanto por ustedes como por mí misma. He dicho que si escribo es para llevar un registro de aquéllas cosas que no quiero olvidar –sea por buenas o por malas– y los últimos meses fueron tan someros que hay poco de ellos que quiera recordar. No es que hayan sucedido solamente cosas malas o que no haya tenido una sola cosa agradable, simplemente es que yo misma estaba en una situación tan apática que todo lo veía igual sin hacer mucha diferencia entre los momentos geniales y los muy desagradables. También dejé de escribir porque ya no tengo esa necesidad de saber que hay alguien ahí afuera con interés en leer lo que escribo y conocer lo que pienso, pues mi ego hambriento está en régimen al igual que yo. Y ambos hemos visto buenos resultados. Ya no me importa hacer las cosas para recibir reconocimiento, para que alguien más me diga “vas bien, sí puedes, eres capaz”.
Estoy recuperando parte de la confianza en mí misma y en mis capacidades. Estoy bien consciente de que nadie tiene el poder para lastimarme si yo no se lo doy, pero eso no implica encerrarme el resto de mi vida tras un cristal blindado. Estoy dispuesta y preparada para atreverme. También creo que he visto pasar por ahí a mi muchosidad y creo que puedo llegar hasta donde está. Para eso es necesario dejar atrás un montón de ideas, mañas, costumbres, cosas y hasta personas. Por eso, y sólo por eso, este sitio deja de estar en suspenso para ser declarado CONCLUSO. Todo lo que aquí vacié se quedará intacto hasta el fin de los tiempos, no volverá a ser tocado por mis manos y probablemente de vez en cuando retorne pero será solamente para releerme. Mi amado blog cumplió su misión, soportó estoicamente tanto mis ataques de frustración como mis tecleos frenéticos en los momentos de mayor felicidad y emoción, me llevó a conocer personas maravillosas –algunas de las cuales aún me acompañan en el camino– y permitió que mis palabras fueran leídas por otras personas en partes del mundo a las que nunca imaginé llegar aunque fuera virtualmente.
Que quede constancia de que esto no es una claudicación ni una reubicación sino más bien una reconstrucción.
El cambio aún no termina, la trasmutación sigue en proceso pero ya voy viendo con claridad la forma que todo va tomando. Estoy a pocos días de cumplir 27 años y por primera vez en mi vida me asumo como una mujer en toda la extensión de la palabra, en plenitud. Y sí, es una sensación maravillosa.
Hoy mi aislamiento virtual ha terminado. Dejé de escribir aquí y en otros sitios porque simplemente no tenía algo para decir que mereciera la pena ser leído, no tanto por ustedes como por mí misma. He dicho que si escribo es para llevar un registro de aquéllas cosas que no quiero olvidar –sea por buenas o por malas– y los últimos meses fueron tan someros que hay poco de ellos que quiera recordar. No es que hayan sucedido solamente cosas malas o que no haya tenido una sola cosa agradable, simplemente es que yo misma estaba en una situación tan apática que todo lo veía igual sin hacer mucha diferencia entre los momentos geniales y los muy desagradables. También dejé de escribir porque ya no tengo esa necesidad de saber que hay alguien ahí afuera con interés en leer lo que escribo y conocer lo que pienso, pues mi ego hambriento está en régimen al igual que yo. Y ambos hemos visto buenos resultados. Ya no me importa hacer las cosas para recibir reconocimiento, para que alguien más me diga “vas bien, sí puedes, eres capaz”.
Estoy recuperando parte de la confianza en mí misma y en mis capacidades. Estoy bien consciente de que nadie tiene el poder para lastimarme si yo no se lo doy, pero eso no implica encerrarme el resto de mi vida tras un cristal blindado. Estoy dispuesta y preparada para atreverme. También creo que he visto pasar por ahí a mi muchosidad y creo que puedo llegar hasta donde está. Para eso es necesario dejar atrás un montón de ideas, mañas, costumbres, cosas y hasta personas. Por eso, y sólo por eso, este sitio deja de estar en suspenso para ser declarado CONCLUSO. Todo lo que aquí vacié se quedará intacto hasta el fin de los tiempos, no volverá a ser tocado por mis manos y probablemente de vez en cuando retorne pero será solamente para releerme. Mi amado blog cumplió su misión, soportó estoicamente tanto mis ataques de frustración como mis tecleos frenéticos en los momentos de mayor felicidad y emoción, me llevó a conocer personas maravillosas –algunas de las cuales aún me acompañan en el camino– y permitió que mis palabras fueran leídas por otras personas en partes del mundo a las que nunca imaginé llegar aunque fuera virtualmente.
Que quede constancia de que esto no es una claudicación ni una reubicación sino más bien una reconstrucción.
En breve –o tal vez no tan en breve– estará aquí la puerta de acceso al sitio donde escribiré los nuevos capítulos , que de hecho ya están en proceso y siendo escritos...
Gracias por haber llegado hasta aquií.
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