Contando Cuentos

Hoy tengo ganas de organizar muchos recuerdos que andan sueltos en la memoria, que se alborotaron por algo que sucedió el lunes pasado, y desde ese día no se quedan quietos. Espero que guardarlos aquí ayude un poco y, quién sabe, quizá hasta se cierre un ciclo...


La mejor forma de comenzar será poner un orden cronológico así que aqui vamos:

Nunca fui una niña que destacara en popularidad sino más bien tímida, pero a pesar de ello mi primer novio fue Oswaldo, un niño de once años cuando yo tenía nueve. En aquél entonces causamos un alboroto en la manzana donde aún vivimos ambos -él con su esposa e hijos- porque ¿cómo era posible que dos escuincles de esa edad anduvieran de novios? Mis apás obviamente se angustiaron pensando que les resultara yo una niña precoz, pero por fortuna nuestro "noviazgo" se limitaba a paseos vespertinos por el jardín, laaargas pláticas acerca de gnomos y demás criaturas mágicas, y juegos inocentes con el resto de la chamacada de nuestra generación -éramos alrededor de 30 chamacos-, juegos como "Policías y ladrones", "Bote pateado", y "La casita" donde siempre éramos elegidos como papá y mamá por obvias razones. Nunca se nos pasó por la cabeza que hubiera algo además de eso, y a fin de cuentas crecimos un poco y empezamos a tomar rumbos diferentes. Él después de unos años se fue a vivir a otro lugar y cuando regresó ya venía con la mujer embarazada y un bebé. Actualmente si nos encontramos de frente sólo nos saludamos como vecinos. Recuerdo ahora una ocasión en que yo llegué a casa a eso de las 5 am, era madrugada de sábado y justo cuando abrí la puerta del edificio él iba saliendo, su primer reacción fue de sorpresa y lo único que me dijo fue "¿y ahora? ¿apoco vas llegando?" a lo que yo respondí que sí, que fui a un concierto y me había ido a dejar un amigo; él ya solamente me dijo "dishosa tú, yo ya me voy a trabajar". Creo que ése es el diálogo más largo que hemos tenido desde entonces, porque simplemente ya no tenemos nada en común.

Un par de años después de nuestra "ruptura" y cuando tenía yo once años llegó mi segundo novio, Beto. Estaba por terminar la primaria, él era compañero mío. Pasamos la mayor parte del año sin prestarnos atención el uno al otro, pero faltando unos meses para el fin de cursos hice buenas migas con una compañera -Manuela-, tantas que cuando ella escapó de su casa la refugié en la mía con el apoyo de mis padres, porque era maltratada por su abuela. Ella fue la celestina que, después supe, se propuso ennoviarnos sabrá Dios por qué. Para mí tener a una chica poquito mayor que yo y con quien me llevaba tan bien fue magnífico, era como tener una hermana, así que me dejé influenciar en muchos aspectos, y uno de ellos fue cuando me metió la idea en la cabeza de que aquél "quería conmigo". De alguna manera hizo lo propio con él, de tal modo que una tarde de ensayos del "vals de la salida de sexto" él me llevó al jardín del lugar donde estábamos y me soltó el "¿quieres ser mi novia?" y yo toda sonrojada le dije "bueno...". A partir de ese día fuimos conviviendo más (incluso poco después por alguna extraña coincidencia lo pusieron como pareja mía en el baile) hasta llegar al punto en que iba a visitarme todos los días a las ocho de la noche: llegaba en su bicicleta y como a mi a esa hora ya no me dejaban salir, platicabamos una media hora por la ventana de mi recámara. Así pasaron días y semanas hasta el día del dichoso baile de graduación -que fue especial pues me tocó compartirlo con él- y a pesar de que en ése entonces yo aún no sentía amor sí guardo un bello recuerdo. Durante las vacaciones de fin de curso nos fuimos distanciando hasta que de plano cada quien tomó su rumbo en la secundaria, sobre todo porque no entramos a la misma escuela y bueno, lo demás es historia.

Pasaron tres años sin que algún chico me interesara y mi etapa de secundaria fue bastante agradable y entretenida, fue cuando supe lo que es tener un grupo de amigos y compartir gustos y actividades con ellos fuera de la escuela, pero más de ahí nada. Esos tres años pasaron rapidísimo, y cuando menos me di cuenta ya estaba mi familia preparando la tradicional fiesta de 15 años (que mirada desde ahora hubiera preferido no tener). Llegué a la preparatoria y entre conocer nuevas personas, dejar atrás la etapa de la niñez y plenamente adaptarme a la adolescencia me encontré con Héctor, un chico que desde el principio llamó mi atención. Vive relativame cerca de donde vivo yo, así que de vez en cuando nos encontrábamos en el transporte, o bien coincidiamos donde esperábamos el microbús de regreso. Gracias a esos encuentros empezamos a conversar y en poco tiempo ya éramos compañeros de equipo en la escuela y además por nuestro apellido -ambos con A- siempre nos tocaba juntos en todo, desde los asientos en el salón de clases hasta los proyectos. En determinado momento me di cuenta de que todo el tiempo traía en el cuerpo una sensación extraña, que hacía que mi corazón se acelerara cuando lo veía o pensaba en él, y ésa sensación fue creciendo poco a poco hasta que lo platiqué con mi madre y ella me dijo que probablemente estaba experimentando mi primer enamoramiento. Yo no sabía si éso de verdad era lo que se llama enamorarse, lo único que sabía era que quería estar el mayor tiempo posible con él, mirándolo y escuchando su voz. Para fortuna mía, ésas sensaciones también las experimentaba él, porque usaba cualquier pretexto para ir a buscarme a la casa, caminaba 10 minutos para ir a la misma papelería que yo en lugar de ir a la que estaba frente a su casa y en general procuraba estar cerca de mi, cosa que a mi me tenía feliz. Estuvimos así algunos meses, sin decirnos nada al respecto, hasta que tuvimos que hacer una visita a Coyoacán por un proyecto de investigación, así que como nuestros amigos sabían que algo había ahí se les ocurrió enviarnos a los dos. Debo decir que fue uno de los días más maravillosos de mi vida, cada que recuerdo los momentos compartidos con él no puedo evitar sonreir. En general fue un amor tierno e inocente, feliz y correspondido, sin duda todos deberíamos haber disfrutado algo así al menos una vez en la vida. El idilio duró casi todo el primer año, hasta que por alguna razón fuimos interesándonos más en otras personas y cambiamos de amistades. Él se integró a un grupo de chicas bastante escandalosas y bueno... yo no me llevaba del todo bien con ellas y me integré con tres chicas bastante tranquilas y que llegaron a ser mis mejores amigas, con quien aún me llevo excelente.

A finales del segundo año de preparatoria conocí a José Luis. Fue curioso, porque una prima postiza le dio mi correo electrónico y a mi me dio el de él, con instrucciones de escribirnos. En aquél entonces todavía eran una novedad los e-mails. Total, nos escribimos, y poco después quedabamos de encontrarnos en una sala privada de latinchat, que era el chat de moda entonces. Así supe que él tenía 21 años (yo 16), que estudiaba Informática y trabajaba en una empresa relacionada con ése ramo, también supe que era bien rocker y que amaba los gatos como yo. Habrá pasado un mes cuando intercambiamos números telefónicos y entonces se intercalaban los mails, los chats y las llamadas telefónicas. Quizá suene muy extraño, pero me fui enamorando de él a pesar de no haberlo visto jamás en persona, aunque no se lo dije, al menos no hasta que él en una de ésas llamadas me dijo que se había enamorado de mi aunque me sonara a locura y bueno... sólo recuerdo que le respondí que a mí me había pasado lo mismo pero no se lo decía por temor a que se alejara. Así pues, decidimos que era momento de "conocernos" y nos citamos un sábado en una plaza comercial cerca de donde vivo. Como entramos por puertas opuestas tuvimos que ubicarnos por celular, pero cuando apareció ante mi vista juro que sentí que el mundo se sacudió y después que el tiempo se detuvo cuando me dijo "no puedo creer que estés aquí mi niña" y acto seguido me abrazó y me besó muy suavemente. Ya sé que para quienes me conocen de unos años hacia acá va a resultar extraño que escriba éstas cosas, y quizá piensen que las saqué de alguna novela rosa pero por fortuna -o por desgracia- realmente pasaron, realmente las viví. Fuimos novios por seis meses, hasta que probablemente se aburrió o conoció a alguien más madura, así que un día de enero me citó y me explicó que quería terminar conmigo. Fue muy doloroso para mí, ni cómo negarlo, era la primera vez que alguien "me rompía el corazón". Así pues, no me quedó de otra que respetar su decisión. De él me quedaron hermosos recuerdos y un curioso mono de peluche estilo Stevie Wonder que canta el coro de I just call to say I love you, misma que JL cantaba para mí cuando me llamaba.


Y bien, hasta aquí por hoy. Aún quedan pendientes muuchos recuerdos.

Comentarios

Anónimo dijo…
Bueno, pues si son agradables recuerdos, ojala sigas asi y tambien nos compartas que te paso el lunes, esperamos mas post de estos gracias!!!

Entradas populares