Contando Cuentos II: Más cursi que el anterior
—La sustancia que llamas amor se secó bajo el rayo del sol—
Cuando la historia con José Luis terminó estuve en la depre por varios días, y precisamente por eso una compañera de la prepa decidió presentarme a un amigo suyo, que con mi karma tenía casi el mismo nombre: Luis José. En fin, con él salí unas cuántas veces y desde el principio me di cuenta de que no podría haber nada más que amistad, a pesar de que fue muy lindo conmigo. Recuerdo que le conté mi "historia de amor" y me escuchó con paciencia y hasta me dijo que me iba a ayudar a superar el trago amargo. Sí, realmente me ayudó a salir rápido de la depre y quizá hubiera tenido algo más con él de no ser porque dos meses después conocí el amor apasionado por primera vez... Antes de que eso pasara hubo un episodio extraño con otro chico, con quien tuve una cita que en aras de mi estabilidad mental no voy a detallar, baste decir que no fue un momento agradable.
—Surge de tus labios el deseo—
Llegó marzo de 2001, mes en que presenté el temido examen de admision a la UNAM. También fue el mes en que inesperadamente me enamoré de Roberto, novio de una de mis mejores amigas. Tenía años viéndolo porque ayudaba en la iglesia a la que mi familia asiste, y haciendo cuentas lo conocía de vista desde 6 años antes al menos, sin embargo fue hasta que estudiando en la misma escuela él se acercó a mi para que lo presentara con mi amiga, así pues lo hice y a partir de ahí comenzamos una amistad, que en determinado punto a mi se me salió de las manos. Mi idea en ningún momento fue robarle el novio a mi amiga, lo juro. En aquél entonces yo era una de los pocos que teníamos computadora con internet en casa, así que constantemente era el punto de reunión para tareas, y en una de ésas tardes en que estaba ayudando a Beto con una investigación fue que se desató el huracán. Una vez que terminamos la tarea nos quedamos en la sala escuchando rolas de Arjona (que a ambos nos gustaban mucho entonces), conversando como los buenos amigos que ya éramos, todo a media luz gracias a una lámpara recién adquirida por mi mamá. Cuando sonó Te conozco me dijo que seguramente sería rico bailar pegadito ésa canción con alguien, y cuando le dije "lástima que tu novia no está" me tomó de la mano para levantarme y después de la cintura para que bailara con él. Bailamos en el centro de la sala, casi a oscuras, solos, con una de las canciones más melosas que existen... el resultado era predecible: me besó, y yo correspondí a su beso olvidándome de que era el novio de mi amiga. No recuerdo si pude verla a los ojos al día siguiente, tampoco recuerdo cómo pasaron muchos días, porque estaba cerca el fin de cursos y además estaba por terminar la preparatoria, así que tenía la cabeza en cuestiones prácticas y el resto del cuerpo necesitando su tacto. A principios de junio supe que mi amiga y él habían tenido problemas y terminaron su relación, y precisamente la tarde del día que me enteré él llegó a buscarme. No me detuve a pensar en nada, no me importó la dignidad ni que él haya corrido a buscarme apenas terminó con ella, solamente me importaba la felicidad que sentía cuando él estaba conmigo, al sentir sus besos y sus caricias en mi piel. Recuerdo que mi madre me decía que tuviera cuidado con él, su argumento era (sic) "cuando están juntos salían chispas". Claro que yo lo sabía, y era una sensación que me fascinaba, el deleite de estar juntos era tan disfrutable como el dolor de no estar con él. El 15 de junio mis padres nos invitaron a una cena baile que organizaron para su grupo de matrimonios porque no vendieron todos los lugares, así que como él gustaba mucho de bailar y yo gustaba mucho de bailar con él, fuimos: fue una de las noches más deliciosas hasta el día de hoy, bailamos desde que llegamos y hasta que el evento terminó y nos corrieron del salón; ésa noche pude tomar como cierta aquélla frase de "bailar es la frustración vertical de un deseo horizontal", sin embargo aquél deseo horizontal terminó rindiéndonos por primera vez a ambos seis días después en su casa...
Continuará...
Cuando la historia con José Luis terminó estuve en la depre por varios días, y precisamente por eso una compañera de la prepa decidió presentarme a un amigo suyo, que con mi karma tenía casi el mismo nombre: Luis José. En fin, con él salí unas cuántas veces y desde el principio me di cuenta de que no podría haber nada más que amistad, a pesar de que fue muy lindo conmigo. Recuerdo que le conté mi "historia de amor" y me escuchó con paciencia y hasta me dijo que me iba a ayudar a superar el trago amargo. Sí, realmente me ayudó a salir rápido de la depre y quizá hubiera tenido algo más con él de no ser porque dos meses después conocí el amor apasionado por primera vez... Antes de que eso pasara hubo un episodio extraño con otro chico, con quien tuve una cita que en aras de mi estabilidad mental no voy a detallar, baste decir que no fue un momento agradable.
—Surge de tus labios el deseo—
Llegó marzo de 2001, mes en que presenté el temido examen de admision a la UNAM. También fue el mes en que inesperadamente me enamoré de Roberto, novio de una de mis mejores amigas. Tenía años viéndolo porque ayudaba en la iglesia a la que mi familia asiste, y haciendo cuentas lo conocía de vista desde 6 años antes al menos, sin embargo fue hasta que estudiando en la misma escuela él se acercó a mi para que lo presentara con mi amiga, así pues lo hice y a partir de ahí comenzamos una amistad, que en determinado punto a mi se me salió de las manos. Mi idea en ningún momento fue robarle el novio a mi amiga, lo juro. En aquél entonces yo era una de los pocos que teníamos computadora con internet en casa, así que constantemente era el punto de reunión para tareas, y en una de ésas tardes en que estaba ayudando a Beto con una investigación fue que se desató el huracán. Una vez que terminamos la tarea nos quedamos en la sala escuchando rolas de Arjona (que a ambos nos gustaban mucho entonces), conversando como los buenos amigos que ya éramos, todo a media luz gracias a una lámpara recién adquirida por mi mamá. Cuando sonó Te conozco me dijo que seguramente sería rico bailar pegadito ésa canción con alguien, y cuando le dije "lástima que tu novia no está" me tomó de la mano para levantarme y después de la cintura para que bailara con él. Bailamos en el centro de la sala, casi a oscuras, solos, con una de las canciones más melosas que existen... el resultado era predecible: me besó, y yo correspondí a su beso olvidándome de que era el novio de mi amiga. No recuerdo si pude verla a los ojos al día siguiente, tampoco recuerdo cómo pasaron muchos días, porque estaba cerca el fin de cursos y además estaba por terminar la preparatoria, así que tenía la cabeza en cuestiones prácticas y el resto del cuerpo necesitando su tacto. A principios de junio supe que mi amiga y él habían tenido problemas y terminaron su relación, y precisamente la tarde del día que me enteré él llegó a buscarme. No me detuve a pensar en nada, no me importó la dignidad ni que él haya corrido a buscarme apenas terminó con ella, solamente me importaba la felicidad que sentía cuando él estaba conmigo, al sentir sus besos y sus caricias en mi piel. Recuerdo que mi madre me decía que tuviera cuidado con él, su argumento era (sic) "cuando están juntos salían chispas". Claro que yo lo sabía, y era una sensación que me fascinaba, el deleite de estar juntos era tan disfrutable como el dolor de no estar con él. El 15 de junio mis padres nos invitaron a una cena baile que organizaron para su grupo de matrimonios porque no vendieron todos los lugares, así que como él gustaba mucho de bailar y yo gustaba mucho de bailar con él, fuimos: fue una de las noches más deliciosas hasta el día de hoy, bailamos desde que llegamos y hasta que el evento terminó y nos corrieron del salón; ésa noche pude tomar como cierta aquélla frase de "bailar es la frustración vertical de un deseo horizontal", sin embargo aquél deseo horizontal terminó rindiéndonos por primera vez a ambos seis días después en su casa...
Continuará...
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