Las Prefiero Con Las Manos Frías

Recuerdo que apenas hace unas horas deseaba con locura su cuerpo y mi corazón se aceleraba al imaginar la textura rugosa y aterciopelada de su interior. De nada le valió hacerse la difícil porque cuando se me antoja una hembra la consigo, ni una sola se me ha escapado. Detesto a esas que se complican la vida y ponen al amor y al placer carnal en el mismo nivel, ¡¿Qué no ven que son cosas diferentes, independientes?¡ En cambio las otras, mis otras, me gustan por que no se atormentan, me dejan recorrerlas con el tacto de una pluma y luego morderlas hasta que mis dientes dejan marcas sobre su lívida piel, presta a recibir tanto suaves caricias como brutales golpes con la misma disposición, no tienen complejos ni recuerdos inútiles de amores pasados; están siempre dispuestas a abrirse de piernas, de brazos y hasta de cuerpo entero para derramar sus vísceras y dejarme nadar en ellas. Consienten que recorra con mi lengua todos y cada uno de los recovecos de su ser, que las cubra de saliva candente, que explore con mis dedos el interior de todas sus cavidades y que las destroce por fuera y por dentro mientras me sacio de placer…

Al final ha tenido que morir la que tanto se resistió a darme un poco de calor cuando quise probar lo que deleita al resto de los mortales, la que se apartó cuando anhelé dejar mi semilla sobre un vientre fértil. Y pensar que todo ese drama fue sólo para ver si descubría el gusto que le encuentran los demás a copular con vivas, mientras yo las prefiero con las manos frías.

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Ése es mi resultado del ejercicio número 3 de Metatextos, "Calenturas Ajenas", en el que el rto consistió en crear un texto erótico pero desde la perspectiva del sexo opuesto, es decir que me tocó narrar la historia de un hombre. La verdad me encantó el resultado...