Hoy hace un año...
Era jueves, 14 de septiembre... Como cualquier otro día, desperté y me alisté para irme a trabajar a mi negocio, al cibercafé que entre mi hermano y yo abrimos con la ayuda de mis papás que nos prestaron para pagar lo que nos hacía falta (pensar que estaba feliz, ése mes hacía el último pago de la deuda, ya éramos los propietarios de nuestro negocio). Iba tarde, un amigo me iba a ayudar toda la mañana, cubriendo a mi hermano que recién había retomado la escuela; el trabajo aumentaba y no me daba abasto sola, Alejandro ya debía estar esperándome. Luego llegar y ver que algo andaba mal... algo no estaba como yo lo dejé la noche anterior... Levantar la cortina temiendo lo peor, uno de los candados no estaba... Dar una primera mirada y sentir que te falta el aire cuando ves todo revuelto, no hay una sola computadora, ningun aparato, nuestras herramientas de trabajo no están, hay basura por todos lados, las mesas están rotas... un dolor se apodera de la boca del estómago y soy presa de náuseas, quiero gritar, no puedo ni siquiera llorar, Ale me abraza, quizá piensa que me voy a desmayar pero ni siquiera tengo el consuelo de la inconsciencia. Ese día tuve que hacer muchas cosas antes de sentarme a pensar y llorar de impotencia, de coraje, con ganas de maldecir a quienes nos hicieron esto, ésos que con la mano en la cintura llegan a quitarte todo lo que has conseguido partiéndote la madre, esforzándote...
Hoy todavía no nos recuperamos por completo, tuvimos que resignarnos a que la "justicia" en este país sólo aplica para unos cuantos, la gente común como nosotros sólo pasa a engrosar las estadísticas cuando hace una denuncia como nos lo dijeron los del MP...
Hoy todavía no nos recuperamos por completo, tuvimos que resignarnos a que la "justicia" en este país sólo aplica para unos cuantos, la gente común como nosotros sólo pasa a engrosar las estadísticas cuando hace una denuncia como nos lo dijeron los del MP...
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A propósito de esas cosas que pasan, y de la cercanía del aniversario de la independencia, pego aquí una nota de José Cueli, que apareció hoy en La Jornada.
Cómo gritar, ¡viva la Independencia y la libertad! Cuando, pensando en los millones de marginados, el grito procede del desgarramiento producido por los espasmos lacerantes del hambre en los cuerpos desnutridos, y por la desesperación del desempleo, la baja del poder adquisitivo, la deuda eterna con los vecinos, los desastres naturales que dejan miles de damnificados, la corrupción y la violencia que se enseñorea cada día más en el país. Cómo gritar, ¡viva la libertad!, ¡viva México!, si cada vez los individuos se sienten menos libres y más acorralados por la desesperanza del dónde estaré mañana, del qué comeré y dónde dormiré.
Ante circunstancias tan graves y desesperanzadoras no queda más que recurrir a mecanismos de defensa primitivos, negación y proyección hacia fuera de lo que ya no toleramos dentro de nosotros mismos y, por otra parte, recurrir al pensamiento mágico (prender veladoras y rogarle a la Virgen de Guadalupe que nos libre de tanta penuria).
La depresión en los marginados, debida a la neurosis traumática que padecen, se enmarcará en estos festejos con conductas maniacas y con litros y litros de alcohol; para regresar después, inevitablemente, a las dos consabidas crudas: la etílica y la otra, aún peor, la “cruda” realidad cotidiana. Y como siempre, al día siguiente, la resaca, la sensación de vacío, la violenta realidad que retorna inexorablemente. En tiempos críticos y caóticos como los que vivimos en el país, donde se confunde legalidad con justicia, represión brutal con estado de derecho y entretanto la democracia incipiente se nos va como agua entre las manos, convendría reflexionar con Derrida en nuestra historia y nuestros fantasmas. El filósofo francés dice: “Si me dispongo a hablar extensamente de fantasmas, de herencia y de generaciones de fantasmas, es decir, de ciertos otros que no están presentes ni presentemente vivos, ni entre nosotros ni en nosotros ni fuera de nosotros, es en nombre de la justicia. De la justicia ahí donde la justicia aún no está, aún no ahí, ahí donde ya no está, entendamos ahí donde ya no está presente, y ahí donde nunca será, como no lo será la ley, reductible al derecho. Hay que hablar del fantasma, inclusive al fantasma y con él, desde el momento en que ninguna ética, ninguna política, revolucionaria o no, parece posible ni pensable ni justa, si no reconoce como su principio el respeto por esos otros que no están todavía ahí, presentemente vivos, tanto si han muerto ya, como si todavía no han nacido”.
Sólo desde el fantasma y con él es posible una ética y una política revolucionarias. Una diferencia entre la justicia y el derecho.
Ante circunstancias tan graves y desesperanzadoras no queda más que recurrir a mecanismos de defensa primitivos, negación y proyección hacia fuera de lo que ya no toleramos dentro de nosotros mismos y, por otra parte, recurrir al pensamiento mágico (prender veladoras y rogarle a la Virgen de Guadalupe que nos libre de tanta penuria).
La depresión en los marginados, debida a la neurosis traumática que padecen, se enmarcará en estos festejos con conductas maniacas y con litros y litros de alcohol; para regresar después, inevitablemente, a las dos consabidas crudas: la etílica y la otra, aún peor, la “cruda” realidad cotidiana. Y como siempre, al día siguiente, la resaca, la sensación de vacío, la violenta realidad que retorna inexorablemente. En tiempos críticos y caóticos como los que vivimos en el país, donde se confunde legalidad con justicia, represión brutal con estado de derecho y entretanto la democracia incipiente se nos va como agua entre las manos, convendría reflexionar con Derrida en nuestra historia y nuestros fantasmas. El filósofo francés dice: “Si me dispongo a hablar extensamente de fantasmas, de herencia y de generaciones de fantasmas, es decir, de ciertos otros que no están presentes ni presentemente vivos, ni entre nosotros ni en nosotros ni fuera de nosotros, es en nombre de la justicia. De la justicia ahí donde la justicia aún no está, aún no ahí, ahí donde ya no está, entendamos ahí donde ya no está presente, y ahí donde nunca será, como no lo será la ley, reductible al derecho. Hay que hablar del fantasma, inclusive al fantasma y con él, desde el momento en que ninguna ética, ninguna política, revolucionaria o no, parece posible ni pensable ni justa, si no reconoce como su principio el respeto por esos otros que no están todavía ahí, presentemente vivos, tanto si han muerto ya, como si todavía no han nacido”.
Sólo desde el fantasma y con él es posible una ética y una política revolucionarias. Una diferencia entre la justicia y el derecho.
Comentarios
si es asi ta muy bueno y si no tambien jajaj sep ya niña se cuida besitos a la distancia
La primera es que de los de tu negocio QUE POCA MADRE tiene esos cabrones, que impotencia, que desesperación y que desmotivante, pero ánimo, la vida siempre seguirá siendo así, unas buenas y otras malas, consuelo de pendejos si tu quieres pero la verdad es que que bueno que no estaban ni tu hermano ni tu ahí cuando pasó, sino las pérdidas a lo mejor no hubieran sido de unas máquinas. Y recuerda todo se paga, a lo mejor no directamente, pero ya te compensará el destino con otras cosas. Mucho ánimo
La segnunda es que es tan cierto todo esto de lo irónico que es el "celebrar" algo cuando aparentemente todo está de cabeza. Pero así ha sido el pueblo meixcano desde siempre, así nos han enseñado, que hay que festejar algo por lo que ni siquiera peelamos y los que de verdad se partieron la madre (sus descendientes al menos) siguen igual de jodidos ahora como entonces y si, ingenuamente solamente se le pide a la virgencita santa que de fuerza para aguantar tanta injusticia.
En fin, vamos a checar por lo pronto tu post del ejercicio dos. Voy pa'ya